Singapur es conocida desde hace mucho tiempo como una ciudad-estado en la que imperan estrictas normas y donde la disidencia y la desobediencia son poco frecuentes.
Aunque las autoridades solo han tenido que recurrir a un cierre de seis semanas desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, las rigurosas pruebas y rastreos, así como la precaución del público, han hecho que, si bien se han relajado las restricciones, no se haya renunciado a la famosa mezcla local de control y cumplimiento de leyes.
No obstante, el Gobierno anunció recientemente que iba a probar el uso de robots, llamados «Xavier», que «patrullarán y vigilarán zonas públicas con mucha afluencia de personas para asistir a los funcionarios públicos en la mejora de la salud y la seguridad públicas».
Durante las tres semanas de prueba, las cámaras y los sensores de los robots policía «envían una transmisión de vídeo de 360 grados al centro de mando y control», al tiempo que vigilan el consumo de tabaco en lugares «prohibidos», la venta ambulante ilegal, las bicicletas mal aparcadas y las motocicletas en las aceras.
Los robots también estarán atentos a las congregaciones de más de cinco personas, que es el límite actual según las siempre cambiantes restricciones locales para contener la pandemia.
En caso de detectar un incumplimiento de las normas, «Xavier» transmitirá el «mensaje adecuado para educar al público y disuadir de esos comportamientos», informó la Agencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Investigaciones del Gobierno singapurense.
Durante las restricciones de abril a junio del año pasado, las autoridades de Singapur desplegaron un perro robot para advertir a la gente en los parques públicos que mantuvieran el llamado distanciamiento social.
Fuente: dpa