Por Taylan Gökalp (dpa)

Para muchas madres y muchos padres, se vuelve moneda corriente compartir su felicidad en Instagram y Facebook. Frecuentemente desconocen que los pedófilos también ven las imágenes tomadas a sus hijos y las difunden en foros criminales.

Principalmente la pedocriminalidad roba con sigilo esas fotografías de menores y las carga en portales dudosos, donde esas imágenes cotidianas y por lo general inofensivas son colocadas en un contexto sexual.

Y, justamente durante el periodo vacacional, estas redes reciben grandes cantidades de imágenes procedentes tanto de playas como de piscinas.

«Es lógico que los padres y abuelos quieran mostrar las fotos de sus hijos y nietos, porque quieren compartir su alegría. Sin embargo, lamentablemente Internet es el marco menos adecuado para ello», advierte el miembro de la junta directiva de la Asociación de Protección de la Infancia de Alemania, Joachim Türk.

Y explica que no hay una esfera privada ni un control sobre qué acontece con las fotos y los videos. Türk deja en claro que la pedocriminalidad está activa y siempre en la búsqueda de nuevas imágenes. Las fotos robadas, indica, son puestas a disposición para fines «que ni siquiera queremos imaginar».

Türk dice que prefiere guardar silencio sobre los propósitos de las fotos de niños en estos foros. Sin embargo, señala: «Imagínese que las imágenes llegan a sitios web de ofertas de pedofilia y desconocidos comentan al detalle de qué manera practicarían la violencia sexual a sus hijos. Entonces usted esperará que no se hayan robado también indicios de su vivienda».

Pero no son solo los portales dudosos en las trastiendas de Internet los que preocupan a los protectores de la infancia y la juventud. Según reportaron recientemente los monitores de Internet Jugendschutz.de (Protección de la Juventud), en YouTube los usuarios pueden colocar imágenes cotidianas de los niños en un contexto sexual mediante un hábil manejo de la función de playlist.

De acuerdo con el reporte 2020 de estos expertos, la sexualización se produce a partir del nombre de la playlist o por la edición del video.

«Mediante una combinación de adjetivos sexualizantes (sexy, cute, hot, caliente) y conceptos poco llamativos sobre edad, tamaño o determinadas actividades físicas (young, small, gymnastics) se encontraron estas playlists mediante la función de búsqueda de YouTube», alerta el informe.

El reporte especifica que las escenas de menores de edad con ropa de baño o en bodys de gimnasia son combinadas con videos eróticos de adultos, lo que les alivia a los pedófilos el acceso a este tipo de representaciones y convierte a los menores en víctimas de sexualización.

Los expertos recomiendan como una contramedida segura configurar las preferencias para que los videos no se distribuyan indiscriminadamente. «Por ejemplo es útil excluir la posibilidad que videos propios sean añadidos a playlists de otros», sugieren.

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El director del Instituto de Cibercriminología de la Escuela de la Policía de Brandeburgo, Thomas-Gabriel Rüdiger, no solamente considera problemáticas las fotos compartidas de manera pública, sino también cuando los padres comparten «informaciones vulnerables» sobre sus hijos.

¿Adónde van a comer regularmente? ¿Qué aspecto tiene su vivienda? ¿Qué mascotas poseen? «En el peor de los casos, los agresores pueden identificar a los niños por esas informaciones contextuales y eventualmente hablarles en forma directa», advierte el experto.

Según considera Joachim Türk, el peligro detrás de las fotos ingenuamente difundidas no comienza recién fuera de la propia esfera social, sino frecuentemente en un círculo mucho más estrecho.

«Todos los estudios reflejan que la violencia sexualizada contra niños por lo general se practica en el denominado círculo social cerecano. Por familia, parientes, amigos. Y ahí no hablo de los ‘denominados’ amigos, como resultan cotidianos en Facebook, Instagram y compañía», apunta Türk, que, en lugar de la utilización de grupos de chat, prefiere el armado de una galería de fotos digital en la tableta de casa o un álbum de fotos hecho por uno mismo.

«Las fotos son a menudo consideradas como una entrada o un souvenir para acceder a los puntos de encuentro de los pedófilos en la darknet, y están disponibles en línea con sólo un clic de ratón», especifica.

Thomas-Gabriel Rüdiger ya piensa en el futuro y ve una fuente adicional de peligro en la permanente mejora de la técnica de los teléfonos inteligentes.

El experto acota que la cada vez mejor resolución de las imágenes, por ejemplo, ya genera actualmente preocupación de que puedan ser leídos los datos biométricos como huellas digitales.

«A esto se suma que el software de reconocimiento facial también sea permanentemente mejorado y asimismo exista software de envejecimiento artificial, incluso para usuarios privados», asegura el experto.

De esta manera, la foto de un niño que se comparta públicamente hoy podría hacer que se le encuentre «de forma totalmente automática» incluso cuando sea mayor.

«Por lo tanto, podría pasar que a este niño ya en sus primeros años se le arrebate la posibilidad de desarrollar una identidad digital propia», afirma.

Rüdiger adelanta que todo esto es solamente el estado actual de la técnica, cuyo pronóstico para el futuro tampoco suena optimista: «Aún no es evidente lo que todavía podrá leerse en un futuro de las imágenes actuales».

Fuente: dpa